
Hacia una educación flexible y digital: dejando atrás el libro de texto tradicional
La educación debe avanzar al mismo ritmo que la sociedad, como lo han hecho la medicina o los medios de transporte. Sin embargo, seguimos anclados en un sistema rígido y costoso, donde la compra-venta de libros de texto impone un gasto recurrente a las familias, condicionado por normativas cambiantes. Este modelo, además de poco sostenible, no atiende a la diversidad de niveles y necesidades que existen en el aula.
Es hora de salir de la zona de confort y anteponer el bienestar y el aprendizaje real de los alumnos a intereses comerciales. Ellos serán los adultos del mañana: nuestros médicos, políticos, ingenieros y docentes. El cambio está en nuestras manos, profes. Somos la clave, somos el recurso, somos presente en el futuro.
La revolución de los libros digitales
Los libros digitales con hipervínculos han demostrado ser una alternativa más flexible y adaptativa, permitiendo acceso a contenido actualizado y ampliado en tiempo real. Sus ventajas son evidentes:
Información siempre actualizada
Acceso a recursos audiovisuales y gráficos
Aprendizaje personalizado y adaptativo
Interactividad con ejercicios y simulaciones
Menor impacto ambiental
Además, los docentes también podemos crear nuestros propios recursos digitales con un poco de formación, diseñando materiales ajustados a las necesidades del alumnado sin depender exclusivamente de las editoriales.
El portafolio como herramienta de aprendizaje flexible
En lugar de los cuadernos convencionales, donde la información se presenta de manera rígida, los archivadores o portafolios con hojas intercambiables permiten una organización personalizada y dinámica.
Ventajas del portafolio sobre el cuaderno tradicional
Organización visual clara y estructurada
Reducción del peso en las mochilas
Autonomía y responsabilidad del estudiante
Flexibilidad para distintos estilos de aprendizaje
Evita la acumulación y destrucción de cuadernos apenas utilizados
Facilita el acceso rápido a información relevante
El portafolio no tiene una edad mínima de implementación, sino que se adapta progresivamente. En Infantil, los niños pueden archivar sus trabajos con ayuda del docente. En Primaria, organizan sus materiales en un archivador por asignaturas, y en Secundaria pueden personalizarlo con resúmenes, fichas y documentos clave.
¿Y si lo pierden? Pues como si olvidaran la merienda o el paraguas. Deberán encontrar una solución y asumir la responsabilidad.
Reflexión ante la prohibición del uso de dispositivos digitales en Madrid
La reciente decisión de la Comunidad de Madrid de limitar el uso de dispositivos digitales en Infantil y Primaria choca directamente con los principios recogidos en la legislación educativa vigente. La Ley Orgánica de Educación establece que el desarrollo de competencias digitales forma parte del currículo básico, y el uso de pantallas en el aula tiene que ver con una herramienta de ocio, sino un recurso de aprendizaje versátil y adaptado a las necesidades de cada estudiante.
La tecnología no es el enemigo. Prohibir en lugar de educar genera una brecha digital y una desconexión entre la enseñanza y la realidad del siglo XXI. Las pantallas permiten acceso inmediato a información contrastada, favorecen el aprendizaje a diferentes ritmos y ofrecen herramientas inclusivas para alumnos con necesidades educativas específicas. La clave no está en su eliminación, sino en su uso responsable, algo que debe ser enseñado dentro y fuera del aula.
Cada alumno tiene necesidades diferentes frente al uso de dispositivos. Para algunos, las pantallas pueden ser un apoyo esencial; para otros, pueden suponer una distracción si no se utilizan con límites adecuados. No se trata de prohibir, sino de adaptar y educar en su uso responsable.
Por ejemplo:
– Un alumno con TDAH puede perderse en múltiples pestañas, anuncios y enlaces si no se le estructura el acceso a la información. La solución no es negarle la pantalla, sino limitarle el entorno digital para que solo pueda acceder a la web, app o actividad que esté realizando, asegurando así su concentración y ayudándole a entender que esto no es un castigo, sino un apoyo a su aprendizaje.
– Un alumno con dislexia se beneficiará de tener sus apuntes y materiales adaptados con fuentes específicas como OpenDyslexic, algo imposible en los libros de texto tradicionales.
– Un alumno con daltonismo puede encontrar en las pantallas una herramienta esencial para ajustar los colores a sus necesidades, facilitando la comprensión de gráficos, mapas o cualquier material visual.
– Un alumno con altas capacidades puede aprovechar el acceso digital para investigar, profundizar y avanzar en su aprendizaje sin verse limitado por el ritmo estándar del aula.
Esta nueva restricción no solo perjudica a los alumnos con necesidades educativas específicas, sino que también agranda la brecha entre la educación pública y la privada/concertada. Mientras que los centros públicos estarán obligados a reducir drásticamente el uso de la tecnología en el aula, los colegios privados y concertados, si realmente creen en su proyecto educativo, difícilmente cederán ante esta normativa y mantendrán sus programas digitales. Esto generará una desigualdad aún mayor, dejando a los alumnos de la escuela pública en una clara desventaja frente a aquellos que podrán seguir beneficiándose de las herramientas tecnológicas.
Es fundamental empezar por educar a las familias y mostrar cómo se puede trabajar correctamente con la tecnología en el aula. Muchos padres, por falta de formación digital, sienten un miedo atroz a las pantallas y aceptan medidas restrictivas sin conocer alternativas adecuadas. La solución no es eliminar, sino equilibrar su uso con otros recursos como el papel, la escritura a mano, las manualidades y las construcciones.
Además, es necesario recordar que los deberes, ni en papel ni en digital, responden a la ley de educación. Si se envían tareas a casa sin una justificación clara, ya sea un refuerzo específico o una necesidad especial, no se consideran aceptables. El colegio es el lugar donde se debe centrar el aprendizaje. Otra cosa son las investigaciones, materiales o actividades que el alumno debe preparar puntualmente en casa para continuar con un proyecto en el aula, pero esto no debe convertirse en una práctica continua y descontrolada.
Conclusión: educación para el presente y el futuro
El futuro de la educación no está en eliminar el papel, sino en usar los recursos de manera inteligente. Ese uso lo deben establecer los docentes según sea la necesidad del alumno, confiemos en ellos. La prohibición no es la solución. Educar en el uso responsable de la tecnología sí lo es.
El cambio ya está en marcha. No es momento de frenarlo. 
-Proyecto Ikaika-